No le ofreció la luna,
le dijo sólo quédate,
conmigo no hay fortuna
que valga el corazón que te daré.
Ella dudó un momento
y luego contestó que sí,
pero sin juramentos
que no vas a saber después cumplir.
Y si de verdad me amas
no habrá casorio ¿para qué?
con dos en una cama
sobran testigos, cura y juez.
J. S.
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