Pese a la gran controversia surgida sobre los desodorantes antitranspirantes, no podemos decir que en sí sean malos si se habla en términos de piel normal y sana. Eso sí, se consideran perjudiciales en aquellas personas que tengan piel sensible, atópica o enfermedades que afecten a los pliegues, puesto que, al reducir la hidratación natural de la piel puede provocar picor, molestias e irritaciones.
Así lo defiende en una entrevista con Infosalus la jefa del servicio de Dermatología del Hospital La Luz (Madrid) la doctora Silvia Pérez Gala. Según subraya, su uso atiende a razones de higiene y socialización, por ello, considera que probablemente un mal olor corporal o un exceso de sudoración que manche la ropa altera mucho más la calidad de vida de una persona que el hecho de emplear un producto antitranspirante a diario. “Pero como siempre, habría que individualizar los casos”, subraya la especialista.
Según explica, los desodorantes antitranspirantes, aparte de productos antimicrobianos, perfumes, alcohol y otros acondicionadores, adquieren esta capacidad de controlar la sudoración por su contenido en sales de aluminio. “Estos son los componentes activos en los antitranspirantes y sirven para reducir la cantidad de sudor liberada a la superficie de la piel por las glándulas sudoríparas, formando con el sudor una película que ocluye el orificio de salida de la glándula”, indica.
Entonces, ¿qué sucede con ese sudor que iba a salir por la axila y ahora no puede por este desodorante? La especialista del Hospital de La Luz indica que el sudor queda retenido en la glándula o bien va saliendo, pero con un flujo mucho más lento, dependiendo del grado de sudoración de la persona.
De hecho, si los desodorantes antitranspirantes ocluyesen de manera total los orificios, las personas con hiperhidrosis (exceso sudoración) no requerirían de tratamientos más intensivos para este exceso de sudoración, como podría ser la infiltración de toxina botulínica o la intervención de simpatectomía torácica endoscópica (donde se accede a unos ganglios nerviosos responsables de la sudoración para eliminarlos)”, agrega.
La dermatóloga destaca en este sentido que la sudoración es importante porque constituye el mecanismo que tenemos para regular la temperatura del cuerpo. “Cuando se eleva la temperatura corporal (por calor ambiental, o el ejercicio físico, por ejemplo), el sudor nos permite eliminar parte de ese calor por evaporación. Si por algún factor falla esta respuesta podemos sufrir desvanecimientos, golpes de calor, hipertermias centrales o, en casos extremos, el fallecimiento”, indica.
Así, señala que este tipo de productos se aconsejan fundamentalmente en casos de hiperhidrosis (exceso de sudoración) o de bromhidrosis (mal olor con la sudoración). “Si se emplean a diario pueden producir una sequedad de la piel excesiva y que conlleve picor, además de enrojecimiento. A la larga, también, provocará un eccema irritativo que requerirá de corticoides tópicos para su curación”, avisa la jefa del servicio de Dermatología del centro hospitalario madrileño.
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