Cuan ninfa agraciada por la naturaleza
inquietaste la sensualidad de la noche
despertaste mis instintos salvajes
con tu exótica y provocativa belleza
mordiste mis labios sin que yo te detenga.
Me invitaste al bosque ardiendo de deseo
bailaste con los sonidos de las luciérnagas
danzaste descalza entre el ulular del viento
sentí la excitación recorriendo mi cuerpo
vibré cuando te desnudaste ante el fuego.
Tus labios carnosos ante mí se relamían
te acariciaste gimiendo tu sabrosa guarida
recogí la ambrosía de tus mieles otoñales
sentí tu orgasmo como un volcán celestial
hasta saciarme con la frugalidad de tu sexo.
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