Por desgracia, los prejuicios contra las personas que se tatúan siguen siendo comunes; olvidan que los tatuajes no afectan la capacidad intelectual o laboral de una persona; para muestra, Vladimir Franz.
Abogado de profesión, pintor, compositor de ópera, profesor de la Academia de Artes Escénicas de Praga y casi presidente de la República Checa, causó revuelo en 2013 cuando 88 mil personas firmaron para que se convirtiera en candidato independiente.
Basó su campaña en redes sociales, y se ganó el apodo de “Avatar”.
Aunque no ganó las elecciones, terminando en tercer lugar, hoy es viceministro de cultura.
No es discriminado o rechazado por tener la piel enteramente tatuada, desde la cabeza hasta los pies; al contrario, es apreciado y reconocido por su nivel de cultura. Porque, el hecho de tener tatuajes no marca ninguna diferencia.
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