Tienes el poder en tus manos, exactamente en tu boca. Vamos,
dímelo.
No me hagas rogarte, mi orgullo no me permite bajar mi deseo
hasta ahí, vamos…dame lo que quiero.
Puedes hacerme el hombre más dichoso en este momento sólo con
esas tres palabras, parecen pocas pero lo son todo ahora mismo y me las
niegas. Me privas de lo que necesito para terminar de volverme loco… y creo que
eso me desequilibra más todavía.
Vamos, suéltalo ya para que pueda dejar de controlarme y hacer
de ti el objeto de mis deseos más salvajes. Necesito soltar esta tensión a
la que tengo sometido mi cuerpo, no quiero retener mis ganas de penetrarte más
fuerte todavía ni un segundo más. Pero necesito oírlo, necesito tu permiso y no
llega a mis oídos.
Te he cogido el trasero con más fuerza que nunca, veo mis dedos
marcados en tu suave y fina piel blanca, es la rabia la que me hace ser tan
rudo, la ira de saber que estás disfrutando con esto y el coraje de sentir mi
ego herido. Aún así, sigo disfrutando del placer de entrar y salir de ti a un
ritmo cómodo, que para nada es el que deseo.
Cierro los ojos intentando centrar mi sentido del oído en tus
gemidos, en tus suspiros, esperando que entre ellos… se cuelen las palabras
mágicas. Pero me niegas lo que ansío. Toco con mis dedos tu clítoris hinchado y
palpitante…mojado como el resto de tu sexo. Arqueas la espalda hacia abajo y
eso hace que tenga la vista más bonita del mundo… mi miembro duro entrando y
saliendo de tu hendidura abierta para mí, y más arriba… tu culo, terso, rojo
por las palmadas que te he dado esperando una respuesta que no llega….
Me desespero, quiero disfrutar tanto como lo haces tú, pero me
lo quitas. Te cojo del cuello y hago que quedes de rodillas en la cama, acerco
mi boca a tu cuello y recojo con mis labios las gotas de sudor que caen, se te
eriza la piel, los pezones también. Los pellizco y suspiras, cierras los ojos y
tus labios se entreabren… por fin parece que vas a complacerme. Un gemido sale
de tu boca y otra vez aprietas los labios para castigarme, para que te suplique…
Aprieto mis dientes intentado que no salga la furia que tengo
dentro, te cojo de la mandíbula y te aprieto contra mi cara…Dímelo ya!!!
Violento como nunca he estado con ninguna mujer, excitado hasta el dolor,
deseando correrme y liberar toda la ansiedad que recorre mi cuerpo.
Al fin giras tu boca hacia la mía y me muerdes la barbilla
con fuerza, me quejo del dolor y entonces entran en mis oídos, y en mis
venas a la vez, las palabras que me vuelven el hombre más animal y posesivo que
existe…
Cógeme. Soy tuya.
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