Katy, europea de 170 cm de altura. Leiza, africana de 168 cm de altura. Lily, asiática con una altura de 161 cm. Y Aki, un personaje de anime japonés que mide 165 cm. Esta es la cartera de prostitutas que ofrece el primer prostíbulo en Europa cuyas trabajadoras son muñecas, según afirma LumidDolls en su página web donde se publicitan como la “primera agencia de sexy dolls”. Se trata de muñecas totalmente realistas con toda la anatomía de una mujer de verdad. El local abrió puertas a finales de la pasada semana y desde entonces está dando mucho de qué hablar.
El burdel, situado en la zona centro de la capital catalana (en su página web eluden específíca la dirección exacta) ofrece a los clientes o clientas las mismas condiciones que se suelen ofertar en los locales con prostitutas reales. Con un precio 120 euros por una hora de servicio, la única diferencia parece ser que no son de carne y hueso. LaVanguardia ha intentado, sin éxito, contactar con la empresa.
Fisonomía realista y explosiva
La web garantiza a sus clientes que con estas muñecas los clientes podrán cumplir sus fantasías “sin ningún límite” en una experiencia totalmente realista puesto que las cuatro muñecas cuentan con los mismos orificios que una mujer (cavidad oral, vaginal y anal). Eso sí, la fisionomía de todas ellas es explosiva.
Y con la voluntad de cumplir con las fantasías de usuarios o usuarias, el servicio ofrece la posibilidad de encontrar a la muñeca con la ropa y postura deseada. Aseguran garantizar las medidas de higiene desinfectando a todas sus ‘trabajadoras’ después de casa cita. A pesar de ello, desde LumiDolls recomiendan el uso de preservativos.
¿Qué son las Sexy Dolls?
Se trata de muñecas con las dimensiones y características prácticamente idénticas a las de una mujer de verdad que se acostumbran a usar para prácticas sexuales. Reproducen al milímetro la anatomía femenina para poder ofrecer a sus usuarios o usuarias una experiencia sexual realista. Las hay de varios materiales, entre ellos silicona. En Japón tienen mucho éxito y pueden llegar a costar 6.000 euros.
La empresa promete una experiencia totalmente realista y “sin límites”
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