La caleta se fue vaciando hasta
quedarnos solos, era una preciosa caleta rodeada por pequeños acantilados que
al subir la marea quedaba totalmente cerrada hasta la próxima bajamar de ahí
que al estar terminando de subir la gente se fuera para no quedar atrapados,
nosotros queríamos precisamente eso quedarnos solos y pasar la noche en la
playa. El sol lentamente caía tu mirabas el bello paisaje de un azul mar
coronado de una blanca espuma que producían las crestas de las olas, yo miraba
tu bello rostro sereno, relajado, te adoraba, sentía tantas emociones a la vez
en tan bello marco.
Me levanté a buscar las ramas más gordas y secas de los arbustos
que crecían en las rocas para hacer una buena hoguera donde tener algo de luz
dentro de la intimidad que tendríamos al caer la noche.
Una vez encendidas nos tomamos de la mano era ya de noche, la
hoguera crispaba y el ruido del mar nos sumergía en una música de amor como
ninguna. Aparte tus cabellos de la cara y te di un beso profundo sincero,
cálido como ninguno.
Fui tirando de ti hasta conseguir que te subieras encima de mí,
todo ello sin dejar de besarnos apasionadamente, al sentir tu cuerpo sobre el
mío, mi pene comenzó a reaccionar, seguramente lo estarías notando, yo al
abrazarte te pegabas más a mi hasta quedar casi fundidos en un solo cuerpo, mis
manos te acariciaban la espalda y mis caderas empujaban hacia arriba para pegar
mi sexo más al tuyo. Mis manos despojaban los tirantes de tu bañador hasta
conseguir hacerlos caer, tus pechos saltaron al aire, tenía los pezones duros,
comencé a acariciarlos mientras empujaba más contra ti mi pene, ya totalmente
erecto, te levanté de encima mía y nos pusimos de pie, yo te terminé de
quitarte el bañador que cayó a la arena dejando tu cuerpo desnudo delante mío,
tenías unos pechos preciosos, un pubis poblado pero cuidado negro azabache, una
caderas bien redondas pero delgadas, eras una Venus salida del mar. Quité mi
bañador y salió mi pene erecto, hinchado delante tuya, tú lo mirabas y bajaste
la mano y comenzaste a acariciarlo, yo comencé a tocar tu sexo, a la par nos
tumbamos en la arena uno al lado del otro, tú jugando con mi pene y yo
acariciando tu clítoris.
Empezaste a jadear y eso repercutía en el ritmo que le ponías al
meneo de mi pene. yo te tumbé completamente y abrí tus piernas dejando delante
mía el manjar de tu sexo, acerque mi boca hasta él y comencé a recorrerlo con
mi boca cerrada solo rozando mis labios por la raja, de arriba a abajo luego
saqué mi lengua y la introduje en una húmeda vagina, adoraba hacer eso, comencé
a hacértelo con la lengua como si fuera mi pene, tú te retorcías y jadeabas, mi
nariz rozaba tu clítoris estimulándote aún más si cabía, comenzaste a llegar al
orgasmo apretando mi cabeza contra ti. Te corriste inundando mi boca con tus
jugos que yo bebí disfrutando de tan delicioso manjar.
Me levanté y me tumbé a tu lado, tú aún te recuperabas del
orgasmo, pero enseguida tomaste mi pene y comenzaste a menearlo, yo me dejaba
hacer, tú te levantaste y te sentaste encima mía, te frotabas contra mí, mi
pene quedaba justo en tu raja, tú te frotabas fuertemente, yo comencé a jadear,
pero tú también te habías recuperado del primer orgasmo y buscabas ya el
segundo.
Te movías de adelante a atrás, el placer nos inundaba por todo
el cuerpo, cuando estábamos ya apunto levantaste la pierna y te la colocaste en
la entrada de tu vagina poco a poco fuiste sentándote introduciéndola
totalmente en ti. comenzaste a hacerlo fuerte y rápidamente yo que estaba a
punto comenzaba a notar como mi semen iba a salir en breve, tú ya te estabas
corriendo con apenas unos golpes, te dije: "me vieneeeeeeee, me
corrooooooo", tú te levantaste enseguida mientras te corrías te ponías mi
glande encima del vello, comenzó a salir la leche que tu ponías con avidez en
ti, me la meneabas para sacarla toda y ponértela, una vez que salió hasta la
última gota, te tumbaste al lado mía y me abrazaste, me besaste en la boca y me
dijiste: "Te quiero", así quedamos dormidos todo el resto de la
noche.
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