Sentir la
proximidad del deseo
en
la piel caliente
es tocar el
placer
sin
vacilaciones.
Miradas
que se sofocan
sin
más preámbulos
que
un dedo rozando la cintura,
dando
la aprobación
de
continuar o no,
en
el camino de la excitación.
hombres
que me llevan
a
lugares
prohibidamente
desconocidos.
la
lujuria
se
aquieta en mi boca,
cuándo
todo
está
permitido, y en las
locas
ansias de tu cuerpo, el mío y
el
de todo aquel que participe
de
este momento inolvidable.
Fiebre
grupal de arder
incansablemente.
libertad
maravillosamente
vivida
en
el goce de aquello,
que
algunos llaman... pecado !
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