9 de enero de 2017

Mi primer beso






Que complicado hablar de las primeras cosas, los primero pasos pocos los recuerdan, el primer novio, la primera vez que montaste la bici sin caerte, el primer día de clases,  la primera vez que tomaste, la primera vez que tuviste sexo.... Hay taaantas primeras veces... Pero una de mis favoritas es el primer beso.

Si, un beso. Muy por encima del sexo e incluso del primer novio. Mi primer beso.  Debo decir que ese bonito momento no se lo llevó un novio, no. Ese momento lo compartí con un amigo querido, muy querido. Alguien a quien terminada la secundaria no volví a ver si no muchos años después, una sola vez;  ambos recordamos ese momento y sonreímos en un gesto de complicidad.

El fue mi mejor amigo durante toda la primaria, compartíamos apellido así que de acuerdo a las reglas de asignación de lugares pasamos seis años sentados uno delante del  otro. Era un niño muy lindo, una vez que lograbas tratarlo. Sus papás recién se habían separado por lo cual no era la persona más sociable en esa época. En realidad, platicaba solamente conmigo y en ocasiones con el grupito desastroso del salón. Tenía un temperamento bastante volátil por lo que todo mundo me preguntaba cómo lo toleraba. Ellos no sabían de su situación  y a mí nunca me interesó dar explicaciones.

Ese día en particular estaba más malhumorado que de costumbre. Llegó temprano, igual que siempre; pateó su mochila debajo de su butaca, se sentó, cruzó los brazos y se recostó sobre su pupitre. Yo estaba leyendo el tema a exponer ese día y no le presté mucha atención. No fue hasta que bajó su mano y me dio un par de golpes en la rodilla que lo salude, me preguntó si no quería salir a las canchas. Con tanto tiempo de conocerlo me di cuenta que algo no andaba bien así que deje mi lectura y salimos a caminar. Buscamos un lugar donde tirarnos en el pasto y la mejor locación fue detrás de los salones, para así poder ver cuando llegaran los demás.

Nos sentamos uno al lado del otro y le pregunté si me quería contar. Entonces comenzó a hablar, su mamá se quería ir de la ciudad por lo que era probable que ese fuera su último año con nosotros. El no quería irse ya que sabía que, en parte, su mamá lo hacía para limitar el tiempo de convivencia con su papá. Estuvimos un rato platicando de las posibilidades de que permaneciera y las opciones que tendría al irse a otro lugar. Tenía mi mano tomada con la suya y no la soltó en ningún momento. Pasó el tiempo y vimos que empezaban a llegar otros compañeros a otros salones por lo que le dije que era momento de regresar al nuestro. Sin pensarlo, ni con planes previos nos acercamos a abrazarnos, aún sentados uno al lado del otro y tomándonos las manos, tomó con su otra mano mi cuello y me acercó a él. Es uno de los recuerdos más tiernos de mi vida, nos besamos. Fue un beso lindo, sin pretensiones y sin promesas de amor, fue un beso para decirle que para mí él era importante, fue un beso para agradecerme estar ahí para él. No lo volvimos a mencionar el resto del día, ni de la semana, en ningún momento. Terminando el ciclo se mudó con su mamá y su hermana a Hidalgo, antes de tercer año de secundaria regresaron. Volvió ese año a la escuela hecho todo un muchacho. Las chicas se volvían locas por él y no era para más: había dejado atrás la tristeza y era para todo el mundo como era conmigo, risueño y alegre, vaya: hasta extrovertido. Era un muchacho alto, apiñonado, de cabello negro y voz grave. Seguimos siendo amigos , como si nada hubiera pasado.

Terminada la secundaría no volvimos a tratar hasta hace unos pocos años. Yo aún trabajaba en el bar, sirviendo las cervezas. Ese día ya estaba fastidiada y aún faltaba tiempo para cerrar. Acababa de salir a prender un cigarro cuando un muchacho se acercó a preguntar si aún había servicio, vaya sorpresa cuando lo vi! Arturo? Eres tú? Nos quedamos viendo y nos abrazamos con gusto, mucho gusto! Platicamos un rato de trivialidades: cómo estás, que has hecho, a quien has visto, tonterías. Al momento le marcaron a su teléfono, sus amigos, para decirle del bar donde estaban. no traigo mi cel, pero apuntamelo aquí. Yo te marco. antes de despedirse me preguntó si recordaba ese día atrás de los salones, yo sonreí en complicidad. El prometió regresar al siguiente fin. 

Curiosidades de la vida, ese fue el último fin que ese bar abrió. Yo perdí el teléfono y  hasta la fecha no he vuelto a saber de él. Ese fue mi primer beso.




Cortesía de: 
SABS



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