27 de junio de 2017

Eduardo VIII, el rey sado.

Eduardo VIII, tío de la reina Elizabeth, era un heredero al trono del Reino Unido que le caía mal a todo mundo. Incluso su padre habría dicho: “cuando muera, ese niño caerá en la ruina en 12 meses”.

A Eduardo le encantaba inmiscuirse en la política, contrario a la política tradicional de no intervención de la familia real inglesa. Pero, más que esto, le encantaban las mujeres: desde prostitutas hasta mujeres casadas, Eduardo se rodeó de amantes desde la juventud.
Eduardo VIII y Wallis Simpson en Yugoslavia 1936
Eduardo VIII y Wallis Simpson en Yugoslavia, 1936.
Evidentemente esto no cambió cuando fue coronado. Eduardo conoció a Wallis Simpson, una mujer estadounidense que se encontraba en su segundo matrimonio y camino al próximo divorcio (los presentó otra amante casada de Eduardo, Lady Furnes). Nadie quería que aquella mujer se convirtiera en reina, ni el público, ni el parlamento y mucho menos la familia real.

Incluso los biógrafos de Eduardo dicen que la relación entre ambos era un tanto extraña. Wallis trataba a Eduardo con desprecio y ofensas. El rey lo disfrutaba. Empezó a divulgarse la historia, según la opinión de la madre del rey, de que Wallis manipulaba al monarca usando sus “desvíos sexuales”. Y es que al rey le encantaba el sadomasoquismo, donde él asumía la parte dominada.
Eduardo decidió casarse con la mujer que apoyaba sus gustos tan peculiares. Y empezó una crisis institucional: los primeros ministros del Reino Unido, de Canadá, de Australia y de Sudáfrica amenazaron con terminar relaciones diplomáticas al instante en que tuviera lugar el matrimonio. Una crisis de esta clase en una Europa llena de tensiones (tan sólo 3 años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial) dejaría a Inglaterra muy vulnerable.
La oposición iba más allá del ámbito político: ni la ley inglesa ni la Iglesia Anglicana reconocían divorcios que no fueran justificados por adulterio. Y el primer divorcio de Wallis había estado justificado por “diferencias emocionales”. Es decir, si se casaban los acusarían de bigamia.
Eduardo VIII al lado de Hitler
Eduardo intentó asegurar la corona, pero no le resultó. Finalmente tuvo que abdicar en favor de su hermano Albert, que se convirtió en el rey Jorge VI, padre de Elizabeth II. Eduardo pasó el resto de su vida sumido en la condena social, pero hay males que suceden para bien. El ex-rey era un seguidor de Hitler. Fue a Alemania en 1937, hizo toda clase de saludos nazis e incluso fue fotografiado apretando la mano del führer. Poco tiempo después, Hitler afirmó que “la renuncia [de Eduardo] es una seria pérdida para nosotros. Estoy seguro de que alcanzaríamos relaciones amistosas a través de él. Si se hubiera quedado, todo sería diferente”. Después de todo, gracias Wallis.

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