Lo que llegó a ser conocido con el mote de “Ejército Fantasma” (Ghost Army) fue un pelotón integrado por 1,100 soldados estadounidenses que emplearon cañones, tanques, camiones y toda una variedad de vehículos inflables, así como trucos con efectos de sonido e ilusiones para engañar, confundir o intimidar al ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
Conocida oficialmente como la 23rd Headquarters Special Troops (vigésima tercera tropa de fuerzas especiales), se le asignó la misión única de hacerse pasar por otras unidades del ejército de los Estados Unidos para engañar al enemigo.
Lo más curioso es que los elementos que integraban esta unidad, en su mayoría, no eran hombres con vocación militar sino artistas, diseñadores, actores, ingenieros y técnicos de sonido reclutados directamente en escuelas de arte, agencias de publicidad y teatros en Nueva York y Philadelphia. La idea para esta unidad surgió epn una campaña de los Aliados en 1942, en El Alamein, conocida como Operación Bertram, donde tropas británicas construyeron falsos tanques utilizando madera contrachapada, hicieron que los jeeps parecieran tanques, y que los tanques parecieran camiones de abastecimiento.
El engaño del Día D.
Previo al Día D, con la intención de hacer creer a las fuerzas alemanas que la invasión aliada partiría de Pas-de-Calais, el ejército fantasma fue destacado en Dover, directamente opuesto al lugar a través del Canal de la Mancha. Para llamar la atención de los comandantes alemanes, el general Dwight D. Eisenhower designó al general Patton al mando de la fuerza fantasma y también aumentó el tamaño de la formación para que superara al vigésimo primer ejército de Bernard Montgomery.
El ejército estaba compuesto por tanques inflables, aviones hechos de madera y lonas así como balsas de desembarque falsas. Senderos falsos para el movimiento de tanques también se llevaron a cabo para aumentar las señales de movimiento de las tropas. Los aviones de la Luftwaffe que hacían el reconocimiento aéreo no tenía un forma de distinguir entre equipo real y falso. El engaño funcionó tan bien que incluso después de la invasión a Normandía, las fuerzas alemanas se mantuvieron al menos dos semanas esperando el avance de lo que creían eran las verdaderas fuerzas invasoras.
Un ejército de papel.
El pelotón especial empleó cientos de vehículos inflables y una enorme colección de sonidos y efectos de audio que hicieron circular en los campos de batalla por todo Europa, montando convoyes falsos, divisiones fantasmas y cuarteles de mentira para engañar al ejército nazi, muchas veces para disuadirlos sobre el tamaño real del pelotón o la localización de las unidades estadounidenses. Llevaron a cabo más de 20 operaciones y cada movimiento que realizaban era estrictamente confidencial, al grado que ni los mismos Aliados conocían esta historia que fue publicada 40 años después del fin de la guerra.
Para generar la impresión de un ejército enorme, la unidad desplegaba tanques, vehículos, artillería y aviones inflables mientras reproducía sonidos pregrabados de disparos, explosiones y otros sonidos típicos de los campos de batalla, todo a través de parlantes enormes montados sobre vehículos especiales que podían escucharse a 25 kilómetros a la redonda – si una tropa enemiga hubiera avanzado en esa posición, lo hubiera pensado dos veces antes de seguir adelante.
Operadores de radio fingían transmisiones falsas, actores vestidos de soldados frecuentaban los cafés franceses para esparcir rumores entre los espías que podrían estar en el lugar, mientras tanto otro se caracterizaba como un general estadounidense y conducía de ciudad en ciudad, en convoyes de Jeeps, provocando que los alemanes se concentraron en sus movimientos, mientras tenía lugar una operación en otro lugar.
Multiplicando la tropa.
En lo que se considera el mayor truco del ejército fantasma, la tropa llevó a cabo una escenificación para que sus poco más de 1000 hombres se multiplicaran por 30, haciendo creer a los alemanes que tendrían que enfrentar a 30000 soldados, hecho que provocó la retirada. Tanques falsos fueron dispuestos al lado de los tanques reales, aviones falsos fueron colocados al fondo – todo para generar la sensación de que algo terrible sucedería en caso de que los alemanes decidieran atacar.
Funcionó: en el mes de marzo de 1945, el noveno ejército estadounidense requería pasar el río Reno en Alemania y acudió a los artistas para crear un montaje fingiendo una travesía en un lugar distinto. Mientras los alemanes concentraban sus esfuerzos sobre un ejército de papel, el real llevaba a cabo una travesía enfrentando mínima resistencia.
A los soldados que formaron parte del ejército fantasma se les prohibió contar lo sucedido después de la guerra, incluso decirle a sus familiares lo que habían hecho en combate. No fue sino hasta 1996 que el gobierno estadounidense desclasifica la información sobre esta unidad, haciendo que deje de ser secreta. Se cree que al menos 30000 vidas fueron salvadas por estos artistas y sus trucos.
Después de la guerra, muchos de los hombres que habían servido en esta unidad, siguieron adelante con su trayectoria en el arte y el entretenimiento. Algunos se hicieron famosos, entre ellos el diseñador Bill Blass, el fotógrafo Art Kane y los pintores Ellsworth Kelly y Arthur Singer. Esta historia fue revelada por primera vez en 1985, cuando Arthur Shilstone ofreció una entrevista a la revista estadounidense Smithsonian contando todo sobre el Ghost Army.
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