John Hinckley era un hombre con profundos problemas mentales. Incluso en nuestros días los expertos no han llegado a un consenso sobre su diagnóstico, pero sus acciones corresponden con la erotomanía, un deseo sexual y romántico obsesivo por alguien inaccesible – y la certeza de que dicho deseo es correspondido.
Todo esto empezó cuando Hinckley vio la película Taxi Driver, la popular cinta protagonizada por Robert De Niro. En este largometraje una Jodie Foster de apenas 14 años interpreta a una prostituta menor de edad.
Hinckley se obsesionó por la actriz. Cuando acudió a la universidad en Yale, el sujeto solía rondar el campus, e incluso llegó a platicar con ella en diversas ocasiones. Pero, como la actriz no parecía muy interesada por él, le surgió una “gran idea”. Como en su retorcida mente Jodie sólo se sentiría atraída por alguien igual a ella, Hinckley decidió catapultarse a la fama. La forma más fácil de lograrlo era, evidentemente, asesinando al presidente de los Estados Unidos.
Intentó alcanzar la fama mundial con Jimmy Carter, pero lo detuvieron. Finalmente alcanzó su cometido en 1981, disparando en múltiples ocasiones al recién electo Ronald Reagan. Las cosas no fueron según lo planeado, el presidente sobrevivió y Hinckley fue preso e internado durante más de tres décadas, a pesar que se le declaró inocente justificando enfermedad mental. Incluso en el hospital psiquiátrico, logró contrabandear material sobre su amor platónico.
Después de todo lo que había hecho, Hinckley quedó decepcionado por la falta de reciprocidad de Jodie tras lo que él denominó “la más grande demostración de amor en la historia del mundo”. Sin embargo, Hinckley tenía mucho más que la fama en contra. Tiempo después Jodie Foster se declaró lesbiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario