Las rosas palpitaban encima de tus senos duros. Como una flora de las blancas batistas que tus brazos rosaban cálidamente llenos,
los encajes tentaban con carnes entrevistas
¡Qué cándida lujuria en tus bucles con lazos rojos! ¡Oh, tus mejillas, mates como jazmines, bajo la llama negra de los hondos ojazos
sobre la pasión cálida de las rosas carmines!
Ibas hacia la vida con todo tu tesoro intacto… Me mandaste tus pájaros de amores…
¡y te besé, temblando, tu alegría de oro con un miedo doliente de poner tristes tus flores!
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