Nuestra versión interestelar de “La usurpadora”. La historia de Paola y Paulina Bracho tiene algo en común con el Hombre de la máscara de hierro: existe un gemelo malvado. Ahora, un nuevo estudio indica que nuestra estrella madre pasará a formar parte de este grupo. Sí, nos referimos al Sol.
Esta investigación, producto de la colaboración entre las universidades de Harvard y Berkeley, se originó a partir de una pregunta bastante infantil: “¿cómo nacen las estrellas?”. La respuesta no tiene que ver con cigüeñas que vienen de París, pero tiene cierta relación con los huevos. Los cuerpos estelares se forman al interior de aquello que los especialistas conocen como “núcleos densos”, agrupamientos gaseosos ovales, con una densidad tan grande que incluso la luz se vuelve incapaz de salir de su interior.
Pero esto no significa que los núcleos sean objetos impenetrables; por ejemplo, las ondas de radio pueden atravesar sus paredes. Pensando en esto, el grupo de investigación apuntó un transmisor de radio construido por la NASA hacia la constelación Perseo, donde existe un gran cúmulo de estrellas en formación. Lo que el grupo de investigación descubrió fue que prácticamente todos los cuerpos estelares se forman en pares. Son gemelos.
Separadas al nacer.
Analizando las estrellas de Perseo, los investigadores trazaron paralelos entre estrellas binarias jóvenes y viejas. El descubrimiento sugiere que las estrellas relativamente jóvenes (de hasta 500 mil años) nacen lejos una de la otra, con una distancia de 500 unidades astronómicas (o 500 veces la distancia entre el Sol y la Tierra).
Las estrellas jóvenes también se alinean en el eje de la nube oval de donde salieron. Con el paso del tiempo, las estrellas se van juntando. Por otro lado, los cuerpos más viejos (con hasta un millón de años) no siguen ningún tipo de alineamiento, pero suelen tener entre sí un distanciamiento mucho menor, de aproximadamente 200 unidades astronómicas.
Los datos obtenidos en la investigación fueron replicados para intentar responder si nuestro Sol también tendría un hermano gemelo de nacimiento. “Queremos decir que sí, probablemente existió un Némesis hace mucho tiempo”, aseguró en un comunicado Steven Stahler, astrónomo de la Universidad de Berkeley y coautor del estudio. Las estrellas, al momento de su nacimiento, se encontraban a aproximadamente 17 veces la distancia entre la Tierra y Neptuno.
¿Némesis?
Pero hagamos una pausa, ¿por qué llamar a esa estrella Némesis (una palabra derivada del griego usada frecuentemente para designar a los enemigos)? La de Némesis ya es una antigua teoría astrológica. En el año de 1984, el astrónomo Richard Müller, también de la Universidad de Berkeley, aseguró que una estrella a millones de kilómetros de la Tierra puede ser la responsable por enviar asteroides hacia acá.
La teoría es que el cuerpo estelar haya pasado por una región con una alta concentración de asteroides y que sus fuerzas gravitacionales hayan funcionado como una resortera que lanza meteoros en dirección opuesta. Siguiendo la idea de que los soles gemelos se mantienen paralelos cuando son jóvenes, el objetivo sería nada más y nada menos que nuestro Sol, impactando contra la Tierra en medio del camino. Es más, Müller llegó a afirmar que el meteorito que extinguió a los dinosaurios fue producto de un direccionamiento desde Némesis.
Sin embargo, el paradero de nuestro hermano solar es desconocido. Se cree que, de existir, la gravedad de algún otro cuerpo lo alejó, sacándolo de la ruta natural de aproximación. Separándolos al nacer. Fin.
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