Trabajaba como camarero de un local cuando sucedió lo siguiente. Estaba sirviendo una mesa con un matrimonio mayor, con una hija como de unos 30 años, de 1.60 de estatura, delgada pelo muy recortado, yo en aquella época tendría 18 años, y 1,80 de estatura. Me pareció bella la hija, me acerqué y le dije a ella si que si le apetecía la iría a buscarla a donde paraban y le enseñaría mi pueblo de noche. A eso de las doce fui a buscarla, anduvimos por las calles de mi pueblo, y la deje en su pensión. Se subió al escalón de la entrada y le di un beso en los labios.
Al día siguiente la fui buscar a la misma hora y nos fuimos por una parte de un malecón. Allí a la luz de un faro nos empezamos a besar, a acariciar nuestros cuerpos. La bese con fuerza, ella no ponía ninguna resistencia, a lo mejor lo deseaba tanto como yo, o simplemente le gustaba lo que experimentaba.
Le empece a acariciar sus pechos, a bajar hasta encontrar su concha, “es bonita esta expresión sudamericana”. Allí nos tiramos en el cemento, que al ser verano no se notaba tan frió. Y nos pusimos a realizar un maravilloso 69, en que el cual gozamos como locos, no llegaba a introducir todo mi pene, sólo podía con la punta pero me lo realizaba genialmente, hasta llegar a beber todo mi semen. Era genial la sensación de que te hagan una fellatio hasta el final, acariciando los testículos, y teniendo la punta del pene en una boca sabrosa, que te acaricia con la lengua y te hace ver las estrellas en el momento de la explosión, y que siga bebiendo hasta el final tu esencia. Yo por mi parte intentaba realizar lo mejor posible, lambiendo sus labios mayores y menores, llegando a su clítoris haciendo que creciera, tirando por él con los labios y sentir su propia explosión en mi boca, bebiendo sus sabrosos jugos. Al día siguiente fuimos paseando por una zona en la cual hay una discoteca y nos encontramos parados en los escalones de una entrada al edificio y ella me estaba realizando una fellatio cuando entra alguien cogí una zamarra y le tape la cabeza con ella con una gran excitación después seguimos andando para buscar un sitio más tranquilo y fuimos a un monte allí de píe empezó a llover y seguimos de pie dedicándonos a lo nuestro con el frió que hacía en esos momentos. Pero concentrados en dar y recibir placer. En otro día intentamos la penetración pero éramos vírgenes, yo por ser joven y ella por otras circunstancias que no sé si eran ciertas. Ajola que la perdiera con alguien que la quisiera de verdad.
Los años pasan, estoy casado, quiero a mi mujer pero me doy cuenta que las cosas que se cuenta en estas historias, son cosas que no se viven en un matrimonio normalmente, yo lo que he vivido en esta historia no lo vivo con mi mujer, le repugna el sabor, no le gusta hacerlo con la boca. Por esto quizás algunos leamos estas historias, para fantasear o excitarnos. Es difícil decir he vivido ciertas experiencias en épocas anteriores que me satisficieron y a partir de ahora nunca las podré sentir, o otras prácticas tan explicadas por muchos lectores que te dejan con ganas de experimentar y no puedes.
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